Me decepciono.
A veces me decepciono,
y eso no está mal,
porque si me decepciono,
significa que puedo cambiar.
Puedo cambiar esta vida,
puedo aportar mi presencia.
Así, cicatriza esta herida
que la daga afilada acertó.
Busco la esencia,
busco el olor.
Rechazo la pantomima
que simula el televisor.
Siento cercana a mi gente,
siento avivada la llama del ser.
Hay veces que pienso diferente
de lo que yo mismo quisiera creer.
Hubo un reflejo en el agua,
del que inocentemente me enamoré.
Y cuando quise abrazar el reflejo,
en el fondo del lago me ahogué.
Sabía que, entre corrientes de agua,
mi ego, debía perecer.
Mas no es triste la perdida
de aquello que quieras perder.
Solo un aullido que arropa
verdes pinares de hiel.
Solo un quejido que evoca
aciago sendero a emprender.